martes, 21 de octubre de 2014

Terror and Wonder. Exposición del Gótico en la British Library (Parte 1)

British Library, Londres. Copyright Victor Selles

Han pasado 250 años desde la publicación de “El castillo de Otranto”, y por este motivo la British Library ha organizado una retrospectiva sobre el gótico titulada “Terror and Wonder: The Gothic Imagination“ (TAW a partir de ahora). ¿Y cuál ha sido su objetivo? Pues crear una exposición que aúne las diferentes manifestaciones de esta corriente cambiante, que ha tenido su reflejo no sólo en la literatura, sino también en el cine, la pintura y la música. 

Al final, lo que la British Library ha conseguido montar es una especie de gabinete de curiosidades con unas doscientas piezas, entre las que tienen cabida los manuscritos originales de grandes autores, posters de películas de la Hammer, fotografías de todo tipo, un kit victoriano para cazar vampiros y una escultura de Wallace & Gromit. Todo esto con una presentación de lujo, algo imprescindible si se quieren seguir las reglas del género.

La entrada cuesta 10 libras, y la exposición se puede visitar hasta el 20 de Enero del 2015. Yo recomiendo que te pases y la veas en persona, porque Londres está precioso en esta época del año. Pero por si acaso, me he ido para allá y te lo voy a contar absolutamente todo. Eso sí, en dos partes.

Copyright Tony Antoniou. Fuente.

Nota sobre el material gráfico: La British Library prohíbe expresamente realizar fotografías de las exhibiciones. Todas las imágenes que veis aquí (a excepción de la primera) han sido tomadas por terceros y extraídas de diversos medios, que aparecen indicados en los respectivos pies de foto.



El siglo XVIII. Vagando por el castillo de Otranto


                TAW comienza con una amplia muestra de material sobre “El castillo de Otranto” de Horace Walpole, la primera novela gótica de la historia. Justo debajo del título de la segunda edición, la portada reza: “A Gothic Story”. Sin embargo, Walpole sólo añadió este subtítulo para indicar que la trama estaba ambientada en el periodo medieval, ya que originalmente la historia simulaba ser una traducción italiana de una obra escrita entre los siglos XI y XIII.[1] Otranto, al parecer, fue una localización elegida al azar por el escritor mientras consultaba un mapa de Italia.

Segunda edición de "El castillo de Otranto", de H. Walpole. Fuente.

                Sobre el proceso de escritura de esta obra, Walpole dijo lo siguiente:

                “Me levanté una mañana… después de haber tenido un sueño del cual lo único que pude recordar era que me encontraba en un antiguo castillo (…), y en la barandilla superior de una gran escalera vi un gigantesco guantelete. Por la tarde me senté y empecé a escribir sin tener la menor idea de lo que iba a contar. La obra fue creciendo y comencé a enamorarme de ella –añade a ello el hecho de que me permitía alejar mi mente de las cuestiones políticas-. Resumiendo, estaba tan absorto con mi historia que la terminé en menos de dos meses, en una noche en la que escribí desde que me terminé el té, sobre las seis, hasta la una y media de la madrugada; para entonces mis manos y dedos estaban tan agarrotados que no pude finalizar la frase, y dejé a Matilda y a Isabella hablando en mitad de un párrafo.”[2]

                La carta en la que aparece el testimonio, dirigida a William Cole, es una de las primeras piezas de la exposición. Junto a ella tenemos algunas ediciones del libro, un retrato del autor y una de las ilustraciones que acompañaron a una edición posterior. En esta primera sala hay también una pantalla de TV en la que Neil Gaiman habla sobre el gótico y la influencia que tuvo sobre su trabajo. Gaiman aparecerá en otra pantalla hacia el final, y ambas -junto a un ejemplar de Coraline- constituirán su única presencia en TAW.

                Bajando las escaleras nos encontramos con una sala poligonal central, a través de la cual surgen vanos cubiertos por gasas negras que darán lugar a las diferentes áreas de las que consta la exposición. En la primera zona podemos aprender algunas cosas más sobre Walpole y la arquitectura de su mansión de Strawberry Hill, un precedente claro del Gothic Revival del siglo XIX. Otra área está dedicada a la controversia de las falsificaciones de textos medievales llevadas a cabo por Thomas Chatterton. Se nos ofrece algo de contexto sobre el mundo literario del siglo XVIII, y cómo la obra de Walpole encaja en él y también nos cuentan que Shakespeare y Spenser estaban suscitando mayor interés e influyendo de forma evidente en muchas de las obras escritas durante este periodo. 

Copyright Tony Antoniou. Fuente.


                La exposición incluye algunas de las pertenencias de Walpole, entre ellas un relicario pintado y un espejo del siglo XVI de origen azteca que perteneció al famoso matemático y astrólogo John Dee. El espejo está tallado en obsidiana, y era utilizado para la comunicación con presencias sobrenaturales. Walpole adquirió este peculiar objeto en 1771. En la funda puede verse una etiqueta en la que el propio Walpole escribió: “La Piedra Negra en la cual el Dr. Dee solía convocar a sus espíritus”. En este mismo sentido, entre los objetos de Walpole hay también una curiosa carta que hace referencia al fantasma de Cock Lane, un suceso bastante famoso en la historia de Londres. 


Espejo de John Dee. Fuente.

Fin. XVIII y Ppios. XIX: Radcliffe, Lewis y la Revolución Francesa


                Finaliza así la primera sección de la exposición, dedicada a Walpole y al nacimiento del gótico, y pasamos a un área que corresponde al periodo que transcurre entre la publicación de "El castillo de Otranto" y el inicio de la época Victoriana.

En esta nueva sección de TAW se hace un repaso por todas las obras emblemáticas del periodo (por ejemplo, “Tales of Terror” y “Tales of Wonder”, dos compilaciones de relatos góticos que tuvieron un gran éxito en la época y que sirven además para dar título a la exposición). Sin embargo, la sección está principalmente dedicada a Ann Radcliffe, que fue sin duda la escritora del género más admirada de finales de siglo, y que con su talento literario llevó a la literatura gótica a nuevos niveles de profundidad y significado. La más conocida de sus obras no es otra que “Los misterios de Udolfo” (1794), que es considerada la novela gótica arquetípica.

Nathaniel Grogan, Lady Blanche Crosses the Ravine Guided by the Count and St Foix. Escena de "Los misterios de Udolfo". National Gallery of Ireland. Fuente.


Radcliffe recibió un adelanto de 500 libras –una cantidad sin precedentes en la época- en concepto de royalties antes de la publicación de esta obra. Con su siguiente novela, “El italiano” (1796), batió un nuevo récord de 600 libras. Sin embargo, la fama debió de ser demasiado para la autora, que desapareció de la vida pública y no volvió a escribir jamás.[3]

                También podemos encontrar una edición de “El Monje” (1796) de Matthew Lewis (que, por cierto, te recomiendo aquí). Se nos cuenta que la Revolución Francesa inspiró un tipo de relato gótico más cruento, y se intuye que “El Monje” podría ser un buen ejemplo de ello.[4] Aunque Lewis y su editor Joseph Bell no fueron acusados formalmente de blasfemia, la novela fue muy atacada en la época por estar llena de erotismo y violencia. Sin embargo, es posible que a cambio de no reanudar el proceso por vía judicial se recomendase publicar una versión menos polémica.[5]
El monje, de Mathew Lewis. Fuente.

Por esta razón, o quizá por otra, Lewis intentó suavizar las cosas en la siguiente edición. En TAW podemos contemplar la tercera edición de la obra, sobre la que el propio autor hizo correcciones a mano, tratando de rebajar el tono erótico para la cuarta (que recibió el nombre de “Ambrosio, o el monje” y se publicó en 1798). En la página abierta puede verse cómo Lewis elimina una larga descripción sobre el seno izquierdo de una joven, modificándola por una frase corta y mucho más discreta.

Como decía, el monje tuvo un gran éxito –se llegaron incluso a vender muchas copias piratas a bajo coste-, pero al mismo tiempo produjo un enorme rechazo. El desdén de los literatos de bien y el humor a costa de lo “gótico” ha sido una constante a lo largo de sus doscientos cincuenta años de historia, desde las críticas a “El Castillo de Otranto” por parte de poetas como John Langhorne (que aclamó la obra cuando pensaba que se trataba en efecto de una traducción medieval), hasta los comentarios despectivos a la subcultura gótica que se han venido sucediendo desde finales de los años ochenta.

                El reflejo de este estigma que caracteriza al género cobra presencia en esta parte de la exposición. Aquí, por ejemplo, podemos ver varias ilustraciones de damas de la alta sociedad leyendo “El monje” de Lewis. Un grupo de cuatro señoras declaman en alto en un salón ricamente decorado en una ilustración de James Gillray de 1802. Al lado, otra imagen muestra a una joven con las faldas subidas que calienta el culo en el fuego de una chimenea y juguetea con su entrepierna mientras se entretiene con la lectura de Lewis. También podemos ver una edición de “La abadía de Northanger” (escrita en 1799 pero publicada en 1818), uno de los primeros ejemplos de parodia gótica, escrita ni más ni menos que por Jane Austen, que se ríe a gusto del estilo afectado de Ann Radcliffe y sus “Misterios de Udolfo”.

James Gillray. Tales of Wonder!, 1802. British Library 745.a.6. Fuente.

El siglo XIX. Shelley, Poe, el Gótico Urbano.


                En cuanto pasamos al siguiente área de la exposición, mis ojos se detienen en un manuscrito del “Frankenstein (o el moderno Prometeo)” (1818) de Mary Shelley, con tachones, anotaciones de la autora en los márgenes e incluso comentarios de su marido, el poeta Percy Bysshe Shelley. Por desgracia, las anotaciones me resultaron un poco difíciles de transcribir y por eso no puedo hacer referencia a ninguna de ellas aquí. El texto corresponde al capítulo sexto del primer volumen, y en él se cuenta cómo Victor cae enfermo y, tras recuperarse, se entera de que su hermano William ha sido asesinado. Victor viaja a través de las montañas en mitad de una tormenta, y en ese momento se percata de la presencia del monstruo.

Copyright Tony Antoniou. Fuente.
               Todo este expositor está centrado en la famosa noche en Villa Diodati. Hay una carta de Polidori y también manuscritos de Byron y de Percy Shelley. Por no volver a recordar esa cansina anécdota sobre el génesis de la novela durante una noche de tormenta en la susodicha villa genovesa de Lord Byron, incluyo aquí un fragmento del prefacio a la edición de 1831 de Frankenstein, donde la autora cuenta cómo surgió la imagen más vívida de la novela, durante una de sus frecuentes noches de insomnio:

                “Mi imaginación, desatada, me poseyó y me guio, regalándome las imágenes que voy a referir a continuación con una intensidad que escapa a los límites de cualquier ensimismamiento. Vi… al pálido estudiante de artes profanas arrodillado junto a la cosa que había creado. Vi al espantoso fantasma de un hombre tendido, y entonces, con la acción de algún tipo de maquinaria muy potente, mostrar signos de vida, y agitarse con movimientos torpes y débiles”.[6]

                En la pared de la derecha se está proyectando un fragmento de “La novia de Frankenstein” (Universal, 1935). No será el único clip de vídeo de la exposición. Aunque la idea es buena, el sonido estropea bastante la experiencia; al ser un fragmento de un minuto que se repite cíclicamente, acabas bastante harto de oír la misma música y los mismos gritos una y otra vez.

La Novia de Frankenstein, Universal (1935). Fuente.

                En la siguiente sala nos enfrentamos ya a un cambio importante en la literatura gótica. Los paisajes medievales, los bosques y las ruinas, van dejando paso a los escenarios urbanos y a los malos barrios de Londres. Hay una sección muy amplia dedicada a Charles Dickens, y también a los denominados “penny dreadfuls”. El término no tiene una traducción adecuada en español, pero vendría a ser la literatura pulp del siglo XIX, historias seriadas que se vendían a un penique el ejemplar y que tenían como objetivo entretener a las clases trabajadoras. Así, podremos ver ejemplares de “Varney el Vampiro” y de los “Misterios de Londres”, entre otros.

                También tenemos una pequeña vitrina dedicada a Poe, junto a una ilustración múltiple de imágenes de sus relatos como “La máscara de la muerte roja”, “el pozo y el péndulo” o “el tonel de amontillado”. Si bien Poe fue un escritor americano, pasó algunos años de su niñez en Escocia e Inglaterra. Hasta los ocho estudió en una escuela de Chelsea, y después estuvo en la Manor House School del Reverendo John Bransby, en Stoke Newington, que en aquella época era un suburbio a 6 km al norte de Londres, y volvió a Virginia con once años.[7] La experiencia en dicha escuela lo influyó notablemente, y muestra de ello es el relato manuscrito de William que se muestra en la exposición (si te lo quieres leer, está aquí). Por cierto, aunque reconozco que es una tontería, me pareció un poco decepcionante la grafía de Poe. Junto con la de Stoker, ambas me resultaron bastante infantiles, como si fueran obra de la mano de un niño.
              

Esto es todo por ahora, dentro de un par de días estará disponible la segunda parte, que cubre el final del siglo XIX, y todo el siglo XX y XXI. Hablaré de Jack el Destripador, de Drácula, de Clive Barker y de Ángela Carter, entre muchos otros. Espero que os haya gustado.


REFERENCIAS:

[1] Stevens, D. “The Gothic Tradition”, Cambridge University Press, 2011, p. 9.
[2] British Library Add. MS 5952 f. 41. (traducción propia).
[3] Stevens, D. “The Gothic Tradition”, Cambridge University Press, 2011, p. 30.
[4] http://www.erudit.org/revue/ron/1997/v/n8/005773ar.html
[5] MacDonald, D. L., Monk Lewis: A Critical Biography, Toronto Press, 2000, pág. 134.
[6] Stevens, D. “The Gothic Tradition”, Cambridge University Press, 2011, p. 29. (traducción propia)
[7] Quinn, A. H., "Edgar Allan Poe. A critical Biography", Cooper Square Publishers, 1969, pp. 65-80.

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