domingo, 25 de mayo de 2014

Reseña: Cell, de Stephen King



 

Cell, Stephen King, Ed. Plaza & Janés, 448 págs, 2006.
                 
               Clayton Ridell, dibujante de cómics, se encuentra en Boston, donde acaba de firmar un jugoso contrato por su novela gráfica “El caminante oscuro”. En ese momento se produce el evento conocido como el Pulso, una señal de los teléfonos móviles que toca alguna extraña cuerda en el cerebro de las personas y que las transforma en enloquecidas máquinas de matar. Cuando el Pulso llega, Clay tendrá que encontrar la forma de regresar a Maine y encontrar a su mujer y a su hijo, en un mundo cada vez más inhóspito. 


              ¿Stephen King abordando la temática zombi? Pues sí, ésta parece ser la premisa de Cell. El inicio del libro está marcado por unos personajes muy bien definidos, un ambiente inquietante y una constante sensación de amenaza. Todas las piezas parecen estar en su lugar para que el maestro del terror asombre al lector con una nueva historia. La novela, sin embargo, no cumple con lo prometido.

                El planteamiento del que parte King es ya habitual en su forma de entender el terror, y consiste en transformar un elemento inofensivo y cotidiano en algo que nos produzca pavor. En este caso, además, hay una crítica nada sutil a la sociedad tecnificada y a algunos peligros asociados a las nuevas tecnologías. King aborda este punto de vista como un extraño. Lo dice la propia novela al presentar al autor: No tiene teléfono móvil.

Hablemos primero de los aspectos positivos. Soy un lector habitual de Stephen King (de los que coleccionan primeras ediciones en tapa dura y cosas así), y puedo confirmar que en Cell el autor vuelve a ofrecer las particulares marcas de su estilo. Por ejemplo, el trío de personajes principales están muy bien construidos. Estos personajes están acompañados por unos diálogos perfectos que los hacen cobrar vida y un estilo narrativo fácil y muy adictivo. Estos tres elementos ya son suficientes para que un lector no demasiado exigente pueda pasar un rato agradable con Cell. Por la temática, algunos fragmentos de la novela podrán incluso recordarle al lector veterano a ciertas partes de otra obra del mismo autor, Apocalipsis.  

            En contrapartida, el desarrollo de la novela es bastante caótico. Tras un inicio apoteósico, la novela va teniendo altibajos, culminando con un final abierto y un tanto agridulce. Esto se debe a que King no planifica de antemano sus novelas, sino que parte de una escena o de una imagen, y se pregunta qué circunstancias han podido llevar hasta ella. Él lo llama novelas de situación, es parte de su metodología de trabajo y le conduce a resultados desiguales a lo largo de su trayectoria. Obras maestras como “It”, “La Milla Verde”, “Misery” y “El Resplandor”, libros muy divertidos de leer como “Salem's Lot”, “Desesperación” o “La larga marcha” y también obras de calidad más dudosa como los “Tommyknockers”. En el caso de Cell estamos ante un ejemplo del último grupo.

Quizá lo que más me ha molestado han sido las explicaciones que se ofrecen para el fenómeno del Pulso y sus consecuencias, pueriles y carentes de fundamento. King pareció crear al personaje de Jordan con el único objetivo de explicar al lector estas cosas. El problema es que Jordan es uno de esos genios informáticos infantiles que tan de moda estaban en otras décadas. Quizá por lo inadecuado y lo insulso del personaje toda la “ciencia” de Cell parece metida con calzador. De la mención a Neal Stephenson que se hace en el libro prefiero no hablar. 

En conclusión, Cell se deja leer, pero está muy lejos de ser la mejor novela para iniciarse con Stephen King. En contra de mi opinión y, por lo que he visto en internet, las críticas han sido bastante positivas. Yo creo que para un escritor con quince premios Stoker y el National Book Award, Cell es una novela que no alcanza las expectativas.

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