La cámara sangrienta, Angela Carter,
2014, 180 págs, 23 euros.
Angela Carter murió hace ya más de veinte años de
un cáncer de pulmón. Es una de esas autoras a la que siento muy cerca. Los dos
hemos compartido paisajes durante un tiempo, hemos habitado en las mismas
tierras mágicas de las leyendas artúricas del suroeste, estudiado en la misma
universidad y participado de las mismas obsesiones por las narraciones
universales, las religiones y el surrealismo. Quizá lo único que nos separó de
compartir un café en alguna parte han sido la enfermedad y el tiempo, siempre
tan implacables e injustos.
“La cámara sangrienta” se ha vendido
tradicionalmente como un libro de versiones de cuentos de hadas con un giro
feminista. El trasfondo de estas historias, como el de los cuentos originales
en los que se basan, es profundamente violento, sexual y simbólico. Supuso una
auténtica revolución en su momento, y hoy día es estudiado en las universidades
de medio mundo. La intención de la autora, sin embargo, no fue escribir tan solo
versiones, sino usar cada cuento como punto de partida para desarrollar su
propia historia.[1] Y lo que
obtiene es una re-imaginación completa del mito.
El libro apareció por primera vez en 1979. Ahora,
treinta y cinco años después, la editorial Sexto Piso ha sacado una edición de
lujo, acompañando las historias con dibujos de Alejandra Acosta, una
ilustradora chilena maravillosa cuyo arte, al mismo tiempo clásico y muy
actual, acompaña perfectamente las historias de Carter. Podéis saborearlo en su web.
.
Al ser un libro de relatos, para algunos quizá
sean historias para leer poco a poco, intercalándolas con lecturas algo más
ligeras. El orden de los cuentos es el que sigue: “La cámara sangrienta”
(basada en la historia de Barbazul), “El señor león, enamorado” y “La prometida
del Tigre”(basadas en La Bella y la Bestia), “El gato con botas”, “El rey
Elfo”, “la niña de nieve” (parcialmente basada en Blancanieves y en otras
historias), “la dama de la casa del amor”, “el hombre lobo” y “en compañía de
lobos” y “Lobalicia” (estos tres últimos basados en Caperucita Roja en mayor o
menor medida).
La obra ha soportado bien el paso del tiempo, y
sigue teniendo plena vigencia hoy en día. Eso sí, Carter escribió con la novela
gótica del siglo XIX en la cabeza, y eso marca las historias, muy centradas en
la psicología interna de los personajes, en la descripción y en los sentimientos.
El estilo de Carter, tan recargado, casi bizantino, invita a ser tomado a
pequeños sorbos. No son simples florituras, cumplen maravillosamente su función
que es la de evocar parajes míticos y mágicos. Paisajes que habitan nuestro
subconsciente y que ella es capaz de sacar a la luz.
“La cámara
sangrienta” me parece de lectura obligada por su evidente calidad y por su
importancia literaria. Ahora bien, gustará sobre todo a los seguidores
del género fantástico y de terror y a lectores de novela romántica y erótica
clásicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario