domingo, 29 de junio de 2014

Reseña: La fábrica de animales, de Edward Bunker


 La fábrica de animales, Edward Bunker, Sajalín Ediciones (2011, edición original 1977), 315 págs. 19,50 euros.


 Rara es la reseña sobre un libro de Edward Bunker que no empieza hablando del propio Edward Bunker, y ésta no va a ser una excepción. Al fin y al cabo, no todos los escritores han pasado casi dos décadas en la cárcel, como Bunker, ni han actuado bajo las órdenes de Tarantino en Reservoir Dogs como el Señor Azul. A veces es la biografía de un escritor la principal herramienta para vender un libro. Y a veces, sólo a veces como en este caso, la maniobra está perfectamente justificada.


Edward Bunker nació en Los Ángeles en la década de los treinta, en el seno de una familia desestructurada. A los cinco años acabó en un hogar de acogida, el primero en una larga serie de centros e instituciones de las que no dudaba en fugarse a la primera oportunidad. A lo largo de su dilatada carrera criminal fue acusado de falsificación, extorsión y robo a mano armada, y dio con sus huesos en alguna de las prisiones más emblemáticas de los Estados Unidos, como Folsom o San Quintín, lugar este último donde se ambienta la novela “La fábrica de animales”.

Bunker, por tanto, siguió durante toda su vida una de las máximas de los escritores, que reza: Escribe sobre lo que sepas. Sobre su método el autor dice: “Soy, más bien, un escritor analítico que poeta. Observo, describo, reflexiono sobre los hechos, sobre lo vivido.”[1] “La fábrica de animales”, si bien no es una historia estrictamente biográfica, sí bebe en gran medida de las experiencias del propio Bunker durante sus condenas y de las historias de sus compañeros y de otros presos. La novela, por tanto, narra la historia de Ron Decker, un joven detenido por tráfico de drogas que tiene que cumplir condena en San Quintín. Allí conocerá a Earl Copen, un preso veterano que decide protegerlo y con el que entablará una gran amistad.

Con este planteamiento, Bunker conseguirá introducir al lector en el sórdido mundo carcelario de los años cincuenta; extraño, peligroso y lleno de conflictos raciales. La novela se usa también como un arma arrojadiza contra el sistema penitenciario. En San Quintín los presos se vuelven más salvajes con el tiempo, y Ron Decker constituye un ejemplo perfecto. La cárcel le ha cambiado. Cuando entró contemplaba la violencia como algo execrable, pasado un tiempo comienza a justificarla y a considerarla necesaria. O sea, la cárcel como “fábrica de animales”.

 La corrupción de los funcionarios, las cadenas de favores, la ineptitud de todo el sistema judicial, la solidaridad entre los presos, el orgullo y la venganza son otros temas muy presentes en la obra de Bunker. Y el odio racial, que sorprende al propio Bunker, pues fue algo ajeno a su primera época como criminal. Cuando entró en San Quintín, en los años cincuenta, no existían los problemas raciales.[2] Ron no consigue entender por qué, siendo todos presos de similar condición, mantienen entre ellos una guerra declarada por motivos tan insignificantes. 

Sobre este particular, Bunker comentaba que participó en la guerra racial. “Era como en una situación de autodefensa. Una vez desencadenadas las hostilidades, ya no había sitio para el razonamiento ni para la diplomacia. La elección era la siguiente: defenderte o dejarte masacrar. Aunque no lo seas, la cárcel te convierte en un racista. Un blanco no podía ser amigo de un negro, porque los demás blancos le rechazaban y otros negros le apuñalaban, y viceversa.”[3]

Sin embargo, es la relación entre Decker y Copen la pieza más interesante de la novela. Es una relación con un trasfondo homosexual, “una historia de amor pero sin sexo”, tal y como la describe Bunker.[4] En un momento determinado de la novela es Copen el que intenta definir la relación que existe entre ambos como la relación que mantendría con una mujer si estuviera fuera de la cárcel. 

Es fácil imaginarse a Ron como el joven Bunker entrando en San Quintín, y a Earl como el veterano Bunker que salió de la cárcel para no volver décadas más tarde. “Tenía un poco de los dos” dice Bunker “Al principio, puede ser que fuera un poco como Ron, pero rápidamente me convertí en Earl. En el mundo penitenciario, era una leyenda viva, incluso mucho antes de que se publicasen mis libros.”[5]

 Un joven Edward Bunker en una fotografía tomada en una cárcel de California. Fuente, Wikipedia.

“La fábrica de animales” es, sobre todo, una novela verosímil sobre la vida en prisión. Bunker usa un estilo narrativo sobrio, centrado en la acción, pero que no deja de ahondar en la psicología de los personajes. Su seña de identidad no estriba en cómo maneja las palabras, sino en las historias que las palabras cuentan. 

Es curioso ver cómo, cuando Bunker es cuestionado sobre otras películas basadas en la cárcel, sus críticas se centran sobre todo en esta verosimilitud. Una de sus favoritas es “La leyenda del indomable” (Cool Hand Luke, 1967). Sobre la relación interracial de “Cadena perpetua” (The Shawshank Redemption, 1994, basada en un relato de Stephen King), Bunker dice: “Sobre si es realista, ni idea. En sitios como Maine transfieren a los peores presos fuera del sistema federal, así que puedes tener prisiones menos duras como esa. Pero para el 99,9% de las cárceles, esa historia es totalmente fantasiosa.” Y cuando llegó al rodaje de Reservoir Dogs y tuvieron que filmar la primera escena de la película, todos vestidos de traje antes del robo, Bunker exclamó: “Esto no es real. La camarera nos reconocerá cuando hayamos terminado el trabajo”.[6]

La propia “La fábrica de animales” fue llevada al cine en el año 2000, en una producción dirigida por Steve Buscemi y protagonizada por Edward Furlong y Willem Defoe, con la participación de otros actores como Danny Trejo (amigo de Bunker), Mickey Rourke y el propio Bunker. El escritor acabó razonablemente satisfecho con el resultado, y en general la película cosechó buenas críticas. 

Edward Bunker murió en 2005, a los 71 años. Desde el 2010 la editorial Sajalín Editores ha realizado una gran labor recuperando su obra, prácticamente inédita en castellano. Gracias a ellos podemos disfrutar de una novela tan emblemática como “La fábrica de animales”, así como de otras grandes obras del autor, como “Perro come perro” o “Little Boy Blue”.


[1] http://manolodabad.blogspot.co.uk/2010/03/entrevista-con-edward-bunker-v.html
[2] http://www.brooklynrail.org/2000/10/film/interview-with-edward-bunker
[3] http://manolodabad.blogspot.co.uk/2010/03/entrevista-con-edward-bunker-vi.html
[4] http://www.brooklynrail.org/2000/10/film/interview-with-edward-bunker
[5] http://manolodabad.blogspot.co.uk/2010/03/entrevista-con-edward-bunker-vi.html
[6] http://www.brooklynrail.org/2000/10/film/interview-with-edward-bunker

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